Domingo por la tarde


Era domingo por la tarde y mientras en la calle las sombras se iban alargando, los beatos salían de la última misa del día, el taxista, en su parada, comprobaba con resignación que tampoco esa semana la quiniela le haría millonario, en un bar lejano sonaba el eco del último partido de la jornada, algún perro sacaba a pasear a su dueño y un color parduzco se iba apoderando del cielo que se había mostrado azul hasta entonces, ellos seguían besándose con desenfreno, como si pensaran que fuera a ser la última vez que sus labios coincidieran, lo hacían con tristeza incluso. Para ellos los besos de los domingos por la tarde siempre eran tristes por lo de punto final que representaban.

En ese momento no podían saber que, años después, se acordarían, todavía juntos, con una sonrisa en la boca, de sus pequeños pensamientos tontos y adolescentes como ese.

... no esperes hoy la tormenta de ayer
no duran siempre las penas de este infierno
y aunque el azul del cielo no es eterno
hasta mañana no vuelve a llover ...
En audición: Radio Futura "A cara o cruz"

0 rastros:

Publicar un comentario

Desde aquí puedes dejar un rastro...