De la mano


- Bueno, ya hemos llegado, suéltame la mano, ¿quieres?

- No, no quiero.

- Venga, no seas tonto, suéltame.

- Es que no me apetece soltarte.

- Si será solo un minuto, venga, suéltame.

- ¡Jo! es que me encanta tu mano.

- Ya lo sé, pero ahora la necesito toda para mí y empieza a ser urgente.

- Y ¿no puedo acompañarte?

- ¿Acompañarme? Anda ya, no digas tonterías.

- No digo tonterías, es que no quiero perderte de vista ni un segundo. Déjame ir contigo.

- No tonto. No creo que esté bien que entres en el baño de las mujeres conmigo, te pongas como te pongas.

... y si quieres tambien
puedo ser tu trapecio y tu red ...
En audición: Joan Manuel Serrat "A la orilla de la chimenea"

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