Surrealismo supino


Los tiempos están cambiando, ya lo cantaba Bob Dylan. Y, en efecto, lo hacen, pero a peor, por lo menos en mi oficina.

Os explico la última de manera sencilla. Imaginaros que escribís una carta a un familiar, pero os da pereza meterla en el sobre, ponerle el sello e ir a correos a enviarla, así que se la llevais a un vecino para que os haga el sobre y os la envíe. Parece estúpido, ¿verdad? Todo el mundo quiere hacer su propio sobre por motivos de eficacia y racionalidad, ¿no? Vale. Imaginaros ahora que no sois una persona física si no una entidad jurídica, por ejemplo, el Ayuntamiento de Palma y que un ciudadano de Palma que se ha enterado que os habéis adherido al convenio de ventanilla única os presenta un escrito dirigido a otro organismo público oficial. ¿Qué hacer? Muy fácil, cogeis el escrito, lo metéis en un sobre y lo enviaís a su destino, ¿sencillo, verdad?

Pues no. Un momento. Pensemos, ¿no habrá unos tontos en Palma que nos puedan sacar el trabajo y no tener nosotros que preparar sobres y gastar dinero en sellos? ¡Ah claro! Los del Registro de Xesc. Asunto arreglado. Cuando me presenten un escrito en el Ayuntamiento y no sepa qué hacer con él, se lo llevo a Xesc y él se encarga de tramitarlo, ¿para qué voy yo a perder el tiempo si lo pueden perder ellos?

Entonces llega el mandado del Ayuntamiento a mi oficina el viernes y, amablemente, le indicamos que el procedimiento apropiado es que ellos mismos cojan el escrito que han recibido en su registro, lo metan en un sobre y lo envíen a su destinatario final que, por supuesto, no somos nosotros. Que no hay que duplicar el trabajo tontamente. El mandado se va pero clama venganza. En realidad imagino que piensa que no sabemos con quién estamos hablando.

Se vuelve a su oficina y llorando y con rabia dice que "en la oficina de Xesc no me han querido recoger estos escritos (que en realidad deberíamos enviar nosotros a su destinatario según indica la ley -aunque esto último se olvida de mencionarlo, claro-)". En ese momento se pone en marcha el mecanismo de la Administración Local y ya parece evidente que todo su peso va a caer contra nosotros. Así, se produce una llamada de teléfono Alcaldesa-Jefe Supremo de Xesc. El Jefe Supremo de Xesc, que no se entera de nada más que de irse a tomar cafés con cualquiera que pase por la puerta de su despacho y sea un poco importante, es del mismo color que la Alcaldesa, por supuesto. Y pone el grito en el cielo diciendo que es imposible que en su oficina de Registro se hayan negado a recoger los escritos del Ayuntamiento y que pasará ordenes estrictas para que no vuelva a suceder, con amonestación verbal por parte de su secretaria-doberman hacia los machacas de esa oficina en donde no se enteran de sus obligaciones y que él se va a encargar de recordarles a través de su secretaria-doberman. Tranquila querida Alcaldesa. A sus pies querida Alcaldesa.

Y en esas estamos en esta soleada mañana de lunes, con llamada de teléfono antes de las ocho y media para meternos una pasada de tres pares de cojones por no haber recogido los escritos que el Ayuntamiento tiene obligación de recoger y enviar a sus destinatarios finales. Y mi jefa, asustada, porque si protesta la van a meter en la lista negra, se calla y acepta con resignación que una don nadie nos pegue una pasada por teléfono.

Los tiempos están cambiando. Sí. Pero para peor. Al menos en mi oficina.

... soy la funcionaria asesina
buscada por la policía
y he degollado a más de cien
yo con mi sierra sé qué hacer ...
En audición: Alaska y Dinarama "La funcionaria asesina"

1 rastro:

Sin pensárselo dos veces Anónimo garabateó:

Pero si solo has de meterlo en el sobre.....

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