Qué fácil es a veces lo difícil


Hay palabras que uno aprende de pequeño, en casa, cuando empieza a hablar. Hay palabras que uno aprende en la calle y hay palabras que uno aprende en el colegio, en el instituto o en la universidad. Otras palabras las aprende uno en el trabajo. Incluso hay palabras de las que nunca conoceremos el significado. Hay palabras que una vez aprendimos y hemos olvidado. Hay palabras que usamos constantemente y otras que solo hemos empleado una vez en la vida. Hay un tipo de palabras que usamos inconscientemente casi en cada frase y que se convierten en coletillas.

O sea, hay mil tipos de palabras que pueden ser clasificadas de mil formas distintas, según dónde la aprendimos, según de quién la aprendimos, según cuándo la aprendimos, etc.

Hay palabras que alguna vez dijimos y que, con el tiempo, con el devenir de la vida, perdieron su significado y, como castigo, las encerramos en el fondo de un cajón y nunca más nos atrevimos a decir. Y te crees que esa palabra ya la has olvidado porque no está en tu pensamiento consciente. Y un buen día, sin que tú sepas muy bien porqué, vuelve a ti. Y vuelve plena de significado, renovada, brillante, inmensa, rotunda. Y no puedes callártela, te rebosa por la boca cada dos por tres, es indomable.

Qué difícil fue decir te quiero la primera vez después de la que yo pensé la última y cuánto valor y significado tiene cada vez que la digo o la oigo ahora.

Un paraiso detras,
de cada mirada.
Una mano que salta
y me cubre la espalda,
dónde me llevara ...
En audición: Pastora "Cuánta vida"

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