Segunda cita


Es nuestra segunda cita. Hemos quedado en un bar. Cuando ella me llamó (porque fue ella, admitámoslo todo desde un principio) no se me ocurrió otro sitio mejor. Lo típico es quedar en un bar y, desde allí, una vez juntos, planificar el resto de la tarde. He llegado cinco minutos (vale, diez) antes de la hora, me gusta ser puntual, es como si me diera una ventaja inconsciente (estoy pensando en un francotirador que llega mucho tiempo antes para elegir el mejor sitio y hacerse una mejor composición del lugar, incluso para buscar la forma de fuga más segura), aunque la cafetería la haya elegido yo, no soy asiduo al local y, simplemente, la he elegido por ser bastante céntrica y concurrida. En realidad, no soy asiduo de ningún local, ningún camarero de la ciudad conoce mi nombre. Pienso que rodeados de gente pasaremos más desapercibidos. No, no es que me asuste que me vean con ella, ambos somos libres y no tenemos nada que esconder; somos de edades similares, de la misma raza, religión (eso lo supongo porque en la primera cita no hablamos de ese tema) y de sexos distintos. Tampoco es que ninguno de los dos llamemos la atención especialmente por nuestra belleza. He elegido una mesa en una esquina del local, pegado a la amplia cristalera que da a la calle. Pero ahora estoy pensando que igual me he escondido mucho y ella no me verá al entrar. Como es primavera y la tarde es muy agradable y soleada casi toda la gente está en la terraza del local, el interior apenas si está poblado. Bueno, luego, cuando ella llegue ya vemos si nos cambiamos de mesa o no. Compruebo otra vez el reloj. Es la hora exacta de la cita y eso me pone algo nervioso. Ella debería llegar cruzando el semáforo de la esquina que controlo desde la mesa si sigue la ruta lógica desde su casa (sí, en la primera cita ya me autorizó a acompañarla a su puerta). Pero me da miedo que pueda llegar por cualquier otra parte, es como si eso fuera a descontrolar las cosas. Tan solo pasan unos segundos de la hora, pero ya presiento que llegará, al menos, diez minutos tarde, pues así ocurrió la primera vez. Esos minutos me dan tiempo a repasar mi indumentaria. Me he intentado vestir de tal forma que no pareciera que estaba desesperado por esa segunda cita, con ropa usada (en realidad solo estreno calzoncillos pero no tengo mucha fe en que ella lo vaya a descubrir precisamente esa tarde); así pues mis vaqueros, mi jersey y mis zapatos creo que no le darán la falsa impresión de que me he vestido para impresionarla (tampoco es que yo tenga ropa que impresione). Me he perfumado un poco y, cuando digo un poco, me refiero a que si no te acercas a menos de un palmo no se nota. Tampoco quería oler a "te estoy esperando perfumadito para que veas que me gusta cuidarme mucho para ti". Pienso que debería haber cogido una chaqueta. Tal vez luego, cuando el sol desaparezca, haga frío. Me sorprendo pensando que ella seguro que sí piensa en esas cosas. De pronto ella está esperando a que el semáforo se ponga en verde para cruzar. Le adivino la sonrisa puesta y los ojos brillantes bajo las enormes gafas de sol que usa. Vaqueros azules, chaqueta blanca (el sol calienta, pero ella es medio anfibia) y botas marrones a juego con un enorme bolso marrón. Mientras pienso si ir a buscarla a la puerta del bar, levantarme en la mesa para que me vea o, simplemente, esperar a que ella me descubra al girar la vista a la derecha ella ya ha entrado en el bar y se viene directo a nuestra mesa. Al acercarse a darme dos besos descubro que ella también se ha perfumado ligeramente y que, por único maquillaje, se ha pintado un poco los labios.

- Hola. - con mi mejor sonrisa.

- Hola. - con su sonrisa habitual, que siempre es preciosa.

- ¿Qué vas a tomar? - le pregunto mirando al camarero.

- Un cortado - dice con voz clara - y a ti - en un susurro que, estoy seguro, ha escuchado hasta el camarero.

Es entonces cuando me ruborizo y presiento que ella es distinta y que va a ser una gran cita.

Apareces escondida con disfraz de melodía
en silencio vas cruzando mi cabeza de puntillas ...
En audición: Maga "Ventanas que te inventas"

2 rastros:

Sin pensárselo dos veces Anónimo garabateó:

Un chico puntual digiste? de esos que llegan diez minutos antes?? mmmmmm

Sin pensárselo dos veces Xesc garabateó:

Eso mismo: puntual, cumplidor y servicial.

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