Siempre había pensado que las bodas no estaban hechas para él, hasta que descubrió a la mujer a la que más bien le sentaba el blanco del mundo y, a la vez, la que mejor tarareaba la marcha nupcial de Mendelssohn. Con ella se dio cuenta que casarse no era atarse a alguien, sino entregarse definitivamente a ese alguien, libre de ataduras.
Por supuesto que se casaron, y, a su manera, fueron felices.
Hace ya
de un tiempo a esta parte
tu notas que
te están pasando cosas que antes no,
no te habían sucedido jamás ...
En audición: Tequila "Que el tiempo no te cambie"
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