Un turista, un amigo


Con la llegada de los potentes primeros rayos de sol el centro de Palma vuelve a oler a bronceador y after sun. Una nueva horda de turistas nos invade desde estos días soleados. Parecen los de cada año, pero seguro que no son los mismos por mucho que sus costumbres sean idénticas. Se les reconoce por el tono rojo eléctrico de su piel, tipo gamba, por los kits de comida preparada que portan y por los pies revestidos con calcetines y sandalias. También hay cámaras de fotos y/o video pegadas a personas, a estos se les llama japoneses. Todo muy exótico.

Con ellos aparece otra especie, esta autóctona, los guías turísticos. A estos se les reconoce por los sombreros de paja y por los paraguas al aire con los que conducen a su manada. Durante buena parte del año hivernan no sé exactamente dónde y, cuando llega el sol, salen con sus paraguas a pasear turistas por el centro de Palma. Deben tener un timbre de voz acorde con sus oyentes, porque yo he dado por imposible oírlos cuando paso ante ellos y están explicando algo sobre algún monumento y, sin embargo, su rebaño oye embelesado las explicaciones con total nitidez.

Es impresionante observar el momento en que dos manadas se cruzan por una calle estrecha. Digno de un documental del National Geographic. ¡Qué nivel de compenetración! ¡Qué perfección de movimientos! En un momento cada guía consigue controlar a su rebaño y, aún entrecruzándose entre ellos, consigue poner a buen recaudo a cada uno de sus ejemplares con total profesionalidad y diligencia.

Así que si estos visitantes son los que sustentan la economía de mi ciudad, apañados vamos. Claro que igual es una visión distorsionada mía, como casi siempre.


... porque sin ti mi vida yo no soy feliz
porque sin ti mi vida no tiene raíz ...
En audición: Juanes "Volverte a ver"

1 rastro:

Sin pensárselo dos veces Marina garabateó:

Yo vivo en el centro de Granada, y también comparto espacio vital con manadas y manadas de turistas. A mí, sin embargo, me gustan. Miro sus caras. Están tan felices, tan relajados. Ven mi ciudad, tal vez mi país, por primera vez, y sentados al sol frente al Darro, con una cerveza en la mano y una tapa gratis que no han pedido, apenas pueden creerlo. Me recuerdan lo hermosa que es Granada y me hacen mirarla otra vez como si fuera la primera vez que lo hago. Y me hacen sentir afortunada por poder vivir aquí todo el año, porque esta ciudad sea la mía y no un destino de vacaciones.
Pero vamos, yo es que soy de natural optimista ;)
Un abrazo.

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