Dos días duró el duende. Después desapareció la dicha. Dolía dejar de darle destellos. Por dentro, no dudaban y no deseaban dejar despojos. No declararon déficit de dedos esos días, los dedos deambulaban danzando desesperados dibujando diagramas desde el devoto a la doncella. Ya de día, despertaron densos y dichosos. Sin dramas, sin dudas.
... a veces da igual la soledad
con sólo mirar al interior de sus sueños ...
En audición: Lori Meyers "El Aprendiz"
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