Un día cualquiera


Lo peor de la vida no es soñar. Tampoco es no soñar. Lo peor de todo ni siquera es no acordarse de los sueños al amanecer. Lo peor es despertarse a la mitad de un sueño bonito. Eso sí que es un fastidio y, cuando sucede, te pasas todo el día de mal humor. Interiormente buscas explicaciones para algo que no lo tiene. Cualquier ruido, cualquier distracción ajena a tí y a tu estado onírico puede haber desencadenado el final precipitado del sueño.

Y, por norma general, pasa siempre justo en lo mejor...

... volver a verte otra vez
con los ojitos empapados del ayer
con la dulzura de un amor que nadie ve
con la promesa de aquel último café ...
En audición: La Quinta Estación "Sueños rotos"

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