Bolsas de plástico

Para mí, el timo de la estampita. La cadena de supermercados Carrefour anuncia que, a partir de ayer, no va a dispensar bolsas de plástico gratuitas para llevar la compra a sus clientes. Aducen un gran coste medioambiental ya que una bolsa tarda más de cuatrocientos años en desaparecer y que, incluso, han llegado a verse al norte del Círculo Polar Ártico y en lugares remotos del Atlántico Sur (sin duda debían ser las que yo deposité en el contenedor de basura, que tienen vida propia y les gusta ver mundo y no las de las expediciones científicas descuidadas con los residuos que generan).

Para que no tengamos que irnos con la compra en la mano, Carrefour, muy amablemente, pone a nuestra disposición (quiero decir, vende) unas bolsas reutilizables que los clientes podrán llevarse a casa y reutilizar cuantas veces quieran. Los precios de las bolsas que los amables señores de Carrefour ponen a la venta van desde los cinco céntimos de las bolsas de fécula de patata (de las que no tengo información de cómo se fabrican, cuánto polietileno se emplea en su fabricación o cuánto CO2 se desprende a la atmósfera durante su fabricación o en su transporte desde el punto de fabricación hasta el punto de distribución) hasta los más de tres euros de los carritos plegables. Por su aspecto, las bolsas de fécula de patata parecen no estar hechas para durar ni dos asaltos.

Por supuesto que hay que adoptar nuevos hábitos medioambientales, pero ¿por qué siempre empiezan la casa por el tejado? ¿por qué no atacan la raíz del problema y se quedan siempre por las ramas? ¿por qué parece que la ecología es, simplemente, otro negocio más? ¿por qué los ecologistas piden que se grave a los consumidores con un impuesto ecológico por el consumo indiscriminado de bolsas de plástico y no a las empresas fabricantes?

En fin, yo tan excéptico como siempre.

... mientras tanto oigo voces que me inducen hacia ti,

pienso en que al volver a verte soy feliz ...

En audición: Lori Meyers "Dilema"