Estimated time of arrival


Lleva menos de diez minutos en la zona de llegadas del aeropuerto y ya ha ido cinco veces a mirar la pantalla de llegadas para cerciorarse de que el vuelo que espera no llega retrasado. También ha ido al baño acuciada por los nervios y es la cuarta vez que se atusa el pelo. Piensa que todavía puede. No. En realidad piensa que debe recuperar el control de la situación. No entiende bien qué está pasando y no es la simple espera la que la está matando. Se pregunta en qué conversación, en qué palabra, en qué gesto empezó a surgir eso que siente dentro y no se atreve a vocalizar todavía. Mira alrededor suyo y ve gente esperando como ella. Bueno, como ella no, que todo el mundo parece más tranquilo. Y seguro. Todos saben qué está pasando con sus vidas, saben hacia donde quieren ir y por donde se va. O eso cree ella.

No sé qué estoy haciendo. Pero sí lo sabe, claro que lo sabe. Sabe qué está haciendo (y no me refiero a esperar la llegada de un avión) y sabe todo lo demás. Por supuesto no es una gran experta, pero sabe lo suficiente como para que esa palabra tonta de cuatro letras que al revés dice roma se aparezca en su mente. Sabe que se siente bien a su lado, que le encanta que la traten como a una princesa, que la hagan sentir especial. Le gustan las palabras de él. Se emociona con cada sms que recibe. Entiende que si hay dos personas que están condenadas a enamorarse bien pudieran ser ellos dos. Sabe que llevan unos meses caminando hacia un sitio sin darse cuenta, sin hacerlo de manera consciente.

Cuando aparece él, perdido como siempre, buscándola entre la gente, siente la necesidad de correr a abrazarlo y de no soltarlo nunca más.

Luego, un poco más tarde, las sombras de la noche y el dejarse llevar por los sentimientos redondearán el relato.

... si hay mil estrellas bailaré con ellas,
haré del suelo un lugar
en el que pueda hacerte ver que al final
las noches son muy largas ...
En audición: Iván Ferreiro "Carnaval y safari"

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