La chica de la gabardina


Llueve y me refugio en la parada del autobús. Como siempre, me he olvidado el paraguas. En realidad no me lo he olvidado porque no ha sido nunca mi intención cogerlo. Yo nunca cojo el autobús, el transporte público me pone de los nervios, no quiero escuchar historias parciales de los demás. No necesito a gente que entre por veinte minutos en mi vida y luego, en la siguiente parada, se baje. Además, los autobuses huelen mal.

Esta es una parada solitaria, pero es lo normal en los polígonos industriales, digo yo. Acabo de dejar mi coche en el taller, arreglo de chapa y pintura que paga el seguro. Dudo de si la parada en la que estoy esperando es en el sentido al centro de la ciudad o viceversa ya que los paneles informativos son inexistentes. Una pegatina anunciando la línea 10 es lo máximo que se puede distinguir.

Absorto en buscar una información inexistente no me he dado cuenta que ha aparecido ella. Ella que no es muy alta. Ella con su paraguas azul. Ella con su maletin. Ella con su gabardina. Qué mal, me digo. Ella a lo Humphrey Bogart, que además está fumando, y yo con mi sudadera con capucha pasada de moda. Me digo que debe ser la gerente de alguna empresa del polígono. Y me sorprende pensar en eso porque, realmente, no me importa. Joder, la lluvia me está salpicando los vaqueros. Pero peor está ella, pienso para mí, con sus zapatitos de tacón y sus medias. Ella sufre la lluvia más que yo. La parada es pequeña, ella no ha cerrado el paraguas pues está medio dentro y medio fuera de la protección de la marquesina. Las gotas que resbalan de su paraguas me están bañando el hombro izquierdo. No digo nada. Yo siempre callo.

Por fin llega el autobús, cansado, como sin ganas de seguir circulando. Está casi vacio. Una línea deficitaria, alcanzo a pensar. Ella sube primero, pero no es porque yo le ceda el paso, si no más bien porque ella se toma el privilegio de entrar primero por su cuenta y riesgo. Las damás primero, aunque sea a empujones. Se sienta en mitad del autobús, yo voy al fondo. Su media melena se desparrama sobre el cuello de su gabardina. Se pone a hablar por el móvil.

Pienso que debe tener una vida mucho más interesante que la mía. La gente bien vestida siempre parece tener una vida interesante, de película. Nueve paradas después se apea del autobús. No sé quién es, no sé a qué se dedica, no sé nada de ella y a mí solo se me ocurre pensar en las palabras de Rick a Victor Laszlo en Casablanca "cada uno debe aceptar su destino, sea bueno o malo".

... no matter what the future brings
as time goes by ...
En audición: Frances Williams "As time goes by"

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