Hoy podría disimular un poquito y ponerme a hablar del cielo azul, del anuncio de la llegada de la primavera, del polen y las alergias. En resumen, del mundo maravilloso y lumínico que se adivina en pocos días ... y, sin embargo, quiero ir hacia mi lado oscuro. Necestio volver a hablaros de esa parte negativa que me acompaña, para que no se os olvide que sigue ahí y que hay que tenerla en cuenta.
Anoche estaba hablando con T. sobre nuestros gustos en cuanto a la persona ideal del sexo contrario. Y yo, tonto de mí, lo reconozco, no podía evitar sentirme incómodo cuando ella me describía sus ideales de hombre perfecto. Cada semejanza conmigo lo celebraba con una fiesta interior, pero cada desencuentro con mi persona lo sentía como una herida que nunca podría curar. Sé que es sólo eso, un ideal difícilmente alcanzable y que era sólo un divertimento el ir nombrando características físicas y psicológicas de nuestras medias naranjas ideales. Pero yo no podía evitar que no me gustara la conversacion y verle un tono fatalista (nunca seré como debería ser al cien por cien). Aunque, tonto de mí, sólo me quedaba callado y no decía nada. Tal vez quería oír todo lo que ella tenía que decir para poder superarlo, para alejar el fantasma definitivamente. Luego yo también describí a mi mujer ideal y no noté en ella la misma inquietud que me invadía a mí momentos antes. Tal vez por eso una de las principales virtudes que yo pedía era la comprensión y que fuera una persona segura.
Al final sentí la necesidad de expresar en una frase concluyente, que no dejara lugar a dudas, lo que pensaba de la mujer ideal y su relación con ella. Creo que ella, por el camino de sus descripciones, había ido dejándome guiños también, aunque yo, al igual que ella, soy un poco torpe con los dobles sentidos y, o me dicen las cosas directamente o no me entero.
Resumiendo, tal vez nunca seremos ideales, pero somos los que estuvimos más de una hora hablando anoche, como tantas noches, y eso, para mí, demuestra más cosas que un posible belleza ideal.
Anoche estaba hablando con T. sobre nuestros gustos en cuanto a la persona ideal del sexo contrario. Y yo, tonto de mí, lo reconozco, no podía evitar sentirme incómodo cuando ella me describía sus ideales de hombre perfecto. Cada semejanza conmigo lo celebraba con una fiesta interior, pero cada desencuentro con mi persona lo sentía como una herida que nunca podría curar. Sé que es sólo eso, un ideal difícilmente alcanzable y que era sólo un divertimento el ir nombrando características físicas y psicológicas de nuestras medias naranjas ideales. Pero yo no podía evitar que no me gustara la conversacion y verle un tono fatalista (nunca seré como debería ser al cien por cien). Aunque, tonto de mí, sólo me quedaba callado y no decía nada. Tal vez quería oír todo lo que ella tenía que decir para poder superarlo, para alejar el fantasma definitivamente. Luego yo también describí a mi mujer ideal y no noté en ella la misma inquietud que me invadía a mí momentos antes. Tal vez por eso una de las principales virtudes que yo pedía era la comprensión y que fuera una persona segura.
Al final sentí la necesidad de expresar en una frase concluyente, que no dejara lugar a dudas, lo que pensaba de la mujer ideal y su relación con ella. Creo que ella, por el camino de sus descripciones, había ido dejándome guiños también, aunque yo, al igual que ella, soy un poco torpe con los dobles sentidos y, o me dicen las cosas directamente o no me entero.
Resumiendo, tal vez nunca seremos ideales, pero somos los que estuvimos más de una hora hablando anoche, como tantas noches, y eso, para mí, demuestra más cosas que un posible belleza ideal.
... que los "persing" fueran esa marca de rotulador
con los que tu siempre pintas mi corazón ...
En audición: Cómplices "Verdad que sería estupendo"
Xesc
lo garabateó
Editar garabato
Punto verde
abril 2010
1 rastro:
Sin embargo sigo pensando como anoche: "Igual no eres mi persona ideal pero eres una persona ideal".
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