Frenético


Nuestro protagonista de hoy nunca imaginó que pudiera llegar a protagonizar una historia como la que aquí se relata. Asiento 9C, pasillo. Nuestro hombre está angustiado, tiene palpitaciones, el corazón la va a explotar. Suda. Suda en exceso aunque hoy el día amaneció frío y lluvioso. No se eche la culpa a la calefacción del avión, son otras las causas que provocan su malestar.

Se levanta de su asiento y empieza a caminar. Irá al baño piensa la azafata que se cruza con él por el estrecho pasillo. Él pasa la puerta del baño delantero sin detenerse y abandona el avión a la carrera, pasillo hacia arriba. Dos amables azafatas le gritan que se detenga, que ya no puede abandonar el avión en ese momento. Alertada por los gritos la azafata que está esperando en la puerta de embarque tras haber efectuado la última llamada para todos los pasajeros recibe un empujón involuntario (el nuestro es un héroe bueno, nunca haría daño a personas inocentes) de nuestro protagonista que sigue ahora corriendo hacia la salida de la terminal. Cree que se le va a salir el alma por la boca. Está asustado, ha entrado en estado de choque y corre como un autómata o un poseso.

Al llegar a la calle llueve. Para ser exactos sigue lloviendo. Un taxi. Va a necesitar un taxi. ¿Dónde andará la parada? Duda por un instante. De repente, a su izquierda, una luz verde. Un taxi. Se sorprende gritando al taxista a la carrera y empujando al cliente que aguardaba paciente su turno en la fila que se había formado al efecto. Se disculpa. Lo suyo es de vida o muerte, al menos cree balbucear una disculpa semejante. Con el último resuello le indica una dirección al taxista, no tan profesional como para no asustarse ante la llegada a la carrera de un cliente fuera de sí y fuera de turno. Lo siento, le dice sin apenas aire nuestro protagonista al taxista. No se piense que yo siempre sea así. Esto es una emergencia. El taxista arranca rumbo al destino solicitado, pero no puede dejar de mirar por el retrovisor a cada paso.

Nuestro protagonista anda intentando recuperar el aliento, pero le está costando horrores porque hay una emoción de fondo que no le deja hacerlo. En su carrera desesperada ha olvidado todo su equipaje dentro del avión. Algo sin importancia. Se comprueba una vez más el bolsillo interior de la chaqueta y logra relajarse un poco. Son apenas diez minutos de carrera, pero no puede esperar al verde del último semáforo y se apea ahí mismo. Le tira un billete de veinte al taxista sin esperar el cambio y cruza a la carrera al otro lado mientras el semáforo está cambiando a rojo para los peatones.

Sigue lloviendo, ahora está arreciado la lluvia. Las manos sobre el capó de un coche que se disponía a arrancar y casi le atropella. ¿Está loco? Oye esa pregunta de fondo, pero no la toma como dirigida a él. Sólo piensa en correr los últimos doscientos metros que le separan de su destino. Se hacen eternos. Con el piso mojado está a punto de caerse dos veces. El piso mojado y su emoción que no le deja mantener un equilibrio normal.

Al llegar al portal está totalmente empapado. Mañana nuestro héroe tendrá un resfriado de elefante. Comprueba por última vez el bolsillo interior de su chaqueta antes de apretar el botón del portero automático. "Baja por favor". "¿Pero tú no deberías estar en un avión rumbo a ...?". "Baja por favor".

Al observarse en los cristales de la puerta ha visto que anda completamente desaliñado y en un último arrebato de dignidad intenta componerse un poco la vestimenta y el peinado. Ella tarda un minuto más de lo necesario en bajar. Lo normal. Él la abraza vencido por la emoción. Llora. Si viera la escena un poco más distante vería que, en realidad, lloran ambos. Nuestro héroe saca una pequeña cajita y se la entrega a ella. "Esto es lo que nunca hice y nunca más querré hacer con nadie. Es la prueba de mi amistad eterna". Ella abre la cajita entre sollozos y emoción y encuentra un pequeño anillo de oro. "No tenías que ...". "Ya sé que no tenía, pero te conocí a ti y ahora tengo". Y es justo en ese momento cuando empieza el beso más largo de la historia.

... es el mundo de puntillas
es la vida cogiendo carrerilla
es el sabor de lo pequeño
es tocar un sueño ...
En audición: Rosana "Magia"

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