aún estás aquí, grito tu nombre y no hay respuesta ...
En audición: Los Hermanos Dalton "Una noche más"
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CANCIÓN: DESORDENADA HABITACIÓN
INTÉRPRETE: NACHA POP
LETRA: Antonio Vega
MÚSICA: Antonio Vega
DISCO: El momento
AÑO: 1987
DISCOGRAFICA: Polydor
Despierta ya, mira que luz,
nada envidia el norte al sur.
Recuérdame que lo de ayer,
no se olvida sin querer.
Eramos uno y uno y luego dos,
más cerca cada vez de un sueño sin adiós.
Desordenada habitación.
Son tu calor, hacerte el amor,
mis miedos y pasión.
Tanto soñar, con esa flor
mezcla de sol y temporal.
El doble filo de un amor real,
actores sin guión, un mundo teatral,
función sin hora de empezar.
Deja el frío y entra en calor,
y lo oscuro deje paso al color,
no me canso nunca de hablar,
porque vivo en el silencio más total,
diez años antes era igual
Éramos uno y uno y luego dos,
más cerca cada vez de un sueño sin adiós.
Desordenada habitación.
Hay algo más, recuérdame
que hay que ordenar la habitación.
Desordenada habitación.
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Tras ir eliminando a potentes equipos como Hearts, Genk, Varteks o Chelsea, los bermellones se plantaron en la segunda final de su historia (la primera fue la de la Copa del año anterior) sorprendiendo a Europa con su juego descarado y un bloque a prueba de bombas. Enfrente, la Lazio de Sven-Goran Eriksson, plagada de jugadores de renombre (Nedved, Vieri, Almeyda, Nesta, Dejan Stankovic, Mancini, etc.) y con la seguridad y el aplomo que da el ser un habitual de las grandes citas, precisamente lo que les faltó a los de Cúper. Cualquier buen aficionado mallorquinista recordará aquella plantilla. Con la sobriedad en la portería de Carlos Roa, la seguridad y el poderío aéreo de Marcelino Elena y Gustavo Siviero en el centro de la zaga, y el carisma y la veteranía de Javier Olaizola y Miquel Soler por las bandas. En el medio, la manija caía en manos de Vicente Engonga, serio, tenaz y trabajador como pocos. El mejor Stankovic, una de las mejores zurdas que haya pisado la isla, no se cansaba de surtir de balones de gol a los hombres de ataque, mientras que por la banda derecha, la potencia y la juventud de un joven Lauren hacía que los grandes de Europa pusieran sus ojos en él. En la mediapunta, un Ibagaza aún pendiente de explotar compartía posición con su compatriota “Chupa” López que, pese a su calidad, nunca llegó a brillar en la isla. Arriba, el gol era cosa de Dani y Leo Biagini, quienes indudablemente vivieron su mejor etapa como futbolistas en el club balear. Paco Soler, Lluis Carreras, Fernando Niño o Carlitos eran otros de los jugadores que apuntalaban un equipo que daba precisamente definición al concepto de “equipo”. Un bloque íntegro y sin fisuras, compensado, con jugadores con hambre de éxito y un entrenador capaz. En el día más grande del mallorquinismo, casi 7.000 personas se desplazaron hasta Birmingham con la ilusión de ver a Olaizola alzar la Recopa. En una nueva reedición del clásico David contra Goliat, los modestos pero efectivos mimbres del Mallorca soñaban con hacer frente a la legión romana encabezada por el temido Christian Vieri. Fue precisamente el ariete laziale quien, adelantándose de cabeza a la defensa bermellona, recordaba al equipo español que una final europea es un tema serio. A los 7 minutos de juego, Roa ya había recogido una vez el balón de sus redes, y el panorama que se presentaba ante los de Cúper no era nada halagüeño. Con el gol en contra y el oficio de los italianos, cualquier disposición táctica del maestro Cúper quedaba reducida a cenizas. Nada de lo ensayado servía ya. Pero aquel Mallorca era de otra pasta. Cualquier equipo se habría venido abajo, con un 1-0 en el minuto 7 frente a un rival italiano en una final. El Mallorca de Cúper no. Sobreponiéndose a la adversidad, reinventándose a sí mismo, creyéndose que de verdad estaban en una final europea, Stankovic y Miquel Soler fabricaron el empate apenas 4 minutos después. Como venía siendo costumbre en los isleños, Jovan Stankovic puso el balón con su bota izquierda a disposición del rematador, en este caso Daniel García Lara, que conseguía la igualada, dejando helados a los italianos y sorprendida a toda la Europa futbolística. Con el 1-1 el partido fue dominado por el centrocampismo. Ni Lazio ni Mallorca inquietaban la portería contraria. La batalla que se libraba en la zona de medios era terrible, con un Engonga colosal frente a la dureza de los italianos, cuya actividad ofensiva quedaba reducida a los balones colgados sobre la cabeza de Vieri ante la incapacidad de un casi inédito Roberto Mancini. Pero el destino, el mismo que había dispuesto que los baleares jugaran aquella final, quiso ser cruel con el novato. Un balón suelto en la frontal del área de Roa, fue aprovechado por Pavel Nedved, quien a la media vuelta y con su pierna derecha, empalmaba una volea que sellaba el infortunio del modesto equipo español. En su interminable recorrido hacia la red, aquel balón puso el alma de toda una isla en vilo. Y el final quiso ser amargo. No ganó quien lo mereció, ganó quien menos lo intentó.
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[De la serie textos prestados (XXXVII) ...]
(c) Matías Vallés para Diario de Mallorca
A diferencia de Franco, Alfonso el Magnánimo mató fundamentalmente a turcos, por lo que encaja en la Alianza contra las Civilizaciones de Zapatero y merecía una calle en Palma. La ausencia de este rey en el callejero polarizaba las preocupaciones de los palmesanos, según las encuestas. El vuelco en Cort puede atribuirse al clamor de los votantes por un cambio de nomenclatura viaria. Sabíamos que algo no funcionaba en la ciudad, y el heroico exorcismo del santoral franquista, medio siglo después de la muerte del dictador por aburrimiento, ha servido de terapia fulminante. Por fin somos demócratas, aparte de que cambiarle el nombre a las calles es más fácil que limpiarlas.
Los cascarrabias profesionales insistirán en preguntarse aviesos dónde están los parques prometidos en la campaña. Admitamos que, al ritmo destuctivo actual, para hacerle hueco a una zona verde habrá que cambiar la ciudad de sitio, y que en algún momento habrá que acometer el Parc de Stalin el Magnànim -figura elegida para descartar connivencias franquistas-. Sin embargo, los enemigos de la regeneración toponímica olvidan la función salvífica del urbanismo semántico. La Calle del Pino no necesita coníferas, la sola evocación vegetal surte el efecto campestre deseado.
Cort actúa desde la austeridad, porque ponerle una calle a los prohombres antifranquistas es más barato que erigirles una estatua ecuestre. Quizás por el apresuramiento -el ayuntamiento ha confeccionado el nomenclátor en solo un año-, echamos en falta a mitos incontestables de la historia reciente. Urge una Avenida Samuel Etoo, por citar a un personaje que supera en aceptación a la suma de los nominados, y que nunca se ha manifestado a favor de Franco. Un gol más el domingo obligará a bautizar el Pasaje Güiza. También es lógica la sensación de agravio de los políticos corruptos que han intervenido en los grandes desarrollos del cemento palmesano, y que se han ganado una calle en ellos. Siempre que acrediten esa corrupción en los años democráticos, cuando tiene más mérito.
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Una rosa roja, un bol de cereales y todos los amaneceres del mundo junto a ti.
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Antes de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu casa (proverbio chino). |
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